El juego en los niños es de suma
importancia, éste es el mejor entrenamiento para la inteligencia, la adquisición de
habilidades, las emociones y la actividad física. Más tarde, el juego le permite
socializarse, potenciando las relaciones con otros niños y con su entorno.
Con el juego los niños adquieren
experiencia al conocerse a sí mismos y al mundo que les rodea, aprenden a ser
imaginativos, a dramatizar, simulando ser otras personas, niños, adultos o
animales, aprenden a compartir, tolerar frustraciones, y a representar
escenarios y situaciones reales o irreales que les permitirán acercarse al
mundo de los adultos.
También mediante el juego el niño
edifica su interior, crece y adquiere seguridades y certezas, elabora una
autoestima fuerte y hace propios los valores trascendentes pero también puede
adquirir miedos, inseguridades y
egoísmo, todo depende del tipo de actividades y entorno al que está expuesto,
con el que convive.
Es cierto que la vida moderna nos acapara
casi todas nuestras horas, las que no trabajando, descansando de la ardua
actividad y sin darnos cuenta no disponemos de tiempo para jugar con nuestros hijos.
Relacionado con la falta de
tiempo y a modo de compensación (situación que aprovecha la industria del
juguete) les proporcionamos a nuestros hijos solo “juguetes educativos”, seguramente
cumplirán con los requisitos para los que se fabricaron pero que no los
entrenan en todos los aspectos antes citados.
Un apartado se debe dedicar a los juegos de internet (o de computadora en general) que utilizados sin control de los padres se pueden tornar muy adictivos, muchos de ellos son además muy violentos y para colmo los aíslan de la interrelación personal con sus pares.
Un apartado se debe dedicar a los juegos de internet (o de computadora en general) que utilizados sin control de los padres se pueden tornar muy adictivos, muchos de ellos son además muy violentos y para colmo los aíslan de la interrelación personal con sus pares.
Aunque descubramos años después nuestro
error, ya nunca podremos recuperar las sonrisas, las alegrías, las emociones ni
aportar al progreso de nuestros hijos. Aunque sólo sea media hora al día,
dedica tiempo a jugar con tu hijo. No para ver la televisión, tampoco para ver
cómo juegan otros niños, muñecos o dibujos animados, sino para que te liberes
de todas tus cargas y obligaciones y juegues a lo que sea, modelando
plastilina, cantando, bailando o jugando a la pelota, compartiendo y
conociéndose mutuamente.
Es bueno para tu hijo y también para ti. No solo mejorará la unión entre ambos, también hará que tu hijo aprenda valores y respeto por la institución familiar, se sentirá contenido, cuidado, amado y respetado y no dudes que definitivamente habrás contribuido a que ya adulto sea una buena persona, íntegra y feliz.
Es bueno para tu hijo y también para ti. No solo mejorará la unión entre ambos, también hará que tu hijo aprenda valores y respeto por la institución familiar, se sentirá contenido, cuidado, amado y respetado y no dudes que definitivamente habrás contribuido a que ya adulto sea una buena persona, íntegra y feliz.
Guillermo
Drexler